Entre las labores que implica tener una mascota está la de mantener su higiene. Realizar bien esta tarea repercute en que tenga una buena salud, que esté libre de parásitos y que no sufra enfermedades que afecten a su piel. Una de las partes a la que hay que prestar especial atención son las orejas. A continuación te explicamos por qué y cómo limpiar los oídos a un perro.
Por qué limpiar los oídos a un perro
Es muy importante saber cómo limpiar los oídos a un perro por al menos dos razones: evitar parásitos y preservar de infecciones el canal auditivo. Ambos problemas son comunes y fáciles de evitar si se mantiene una buena higiene auditiva.
Los parásitos buscan cualquier lugar del cuerpo que tenga unas condiciones favorables para su crecimiento y propagación. La humedad y el calor que encuentran en la oreja son perfectos para su multiplicación. Una buena limpieza minimizará notablemente este problema.
El canal auditivo tiene forma de L, por lo que es más fácil la acumulación de cerumen en el oído del perro. En el caso de los humanos, su posición horizontal favorece la salida de la cera y otros detritos de forma natural. Una acumulación excesiva afectará al oído especialmente sensible de tu mascota y terminará por provocar una infección, si no se elimina a tiempo.
Cómo limpiar los oídos
Para limpiar los oídos a un perro es necesaria una gasa y un limpiador auricular. Con la gasa humedecida se limpia la parte externa, el pabellón auditivo. A continuación, se deshecha esa gasa y con una nueva, también humedecida, se envuelve en el dedo y se introduce por el canal, con extremo cuidado y suavidad, sin profundizar mucho y sin forzar en absoluto.
El oído se limpia siempre que se necesite y se revisa al menos una vez por semana.
Precauciones a tomar con los oídos
Para evitar problemas al limpiar los oídos hay que tener en cuenta las siguientes precauciones:
- No utilices jabón para limpiar los oídos.
- Seca bien sus orejas tras el baño.
- No utilices nunca bastoncillos.
- Jamás fuerces al limpiar el canal auditivo.
- No utilices productos que no estén recomendados por el veterinario directamente.
También es importante que seas observador y acudas al veterinario si no colabora o percibes alguno de estos síntomas:
- Se rasca las orejas o sacude la cabeza con frecuencia.
- Las orejas huelen mal.
- El conducto aditivo está inflamado.
- Tiene demasiada cera o es muy oscura.
- Encuentras protuberancias.
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